
Las personas siempre han de tener un lado oscuro, sepámoslo nosotros o no. Tengo (¿o tenía?) un amigo el cual hace unos meses me pidió que lo ayude a cambiar, pues él sentía que ya no era el mismo y que su forma de ser se trastocaba continuamente y cada vez más. No sé ustedes, pero cuando a mí me piden ayuda de la forma en la que me la pidieron, mirándome fijamente con ojos llorosos, me quedo muy preocupado. Para que alguien admita que ya no es la misma persona que era, hace falta muchísimo valor en uno mismo y confianza en a quien se lo dices. En esa oportunidad me vi obligado a contestar "No soy tu piedra de toque", pero prometí hacer cuanto estuviera en mi mano. Hace tan sólo unos días me vi obligado a presionar el botón rojo que sé que iba a ocasionar una pelea con esta persona, pero no al grado al que en realidad se llevó a cabo. Lo hice porque era totalmente necesario. Por ahí leí que las cachetadas duelen más cuando te las da un amigo, pero la lección aprendida se recuerda con aprecio y cariño. Espero que así sea, porque desafortunadamente ese alguien al que me cuesta tanto trabajo ayudar dejó caer una mascara.He necesitado que varias personas me hagan ver lo fútil de mis buenas intenciones. Pero no puedo evitarlo... si me engañaron, lo hicieron muy bien. Una máscara muy bien trabajada, pues no sólo servía para ocultar a un demonio detrás de un ángel, sino también para mantener tranquila a la consciencia. En lo personal, me estoy cansando de esto de que las personas me decepcionen mostrando facetas que mantenían ocultas durante años. Supongo que a eso se refiere el refrán "Caras vemos, corazones no sabemos", pero alguna forma debe haber de enterarnos si nuestros amigos, los más cercanos por lo menos, nos están engañando de una forma tan sutil que terminan por convertirse precisamente en lo que son: amigos.La única forma que se me ocurre a mí son las crisis. Porque es precisamente durante una crisis que las personas dejan de lado sus inhibiciones sociales normales y actúan de acuerdo a su instinto. Y por eso tengo dos personas a las que puedo decir que conozco en estado de crisis y no me han decepcionado, y por eso ahora las valoro más que antes... es casi como si hubiera podido ver sus alas. Con respecto a los demás, sólo me queda esperar que no se les caiga ninguna máscara... de hecho, espero que no la tengan en lo absoluto. De esa forma nunca se convertirán en ángeles caídos para mí.





1 comentario:
Publicar un comentario